Ciclovía emergente: ¿qué es y cómo funciona?

Cicloví­a emergente. Foto: SEMOVI

La bicicleta, además de ser un medio de transporte útil, rápido, sostenible y saludable para quien la usa, influye positiva y directamente en el desarrollo urbano, como lo es, por ejemplo, al implementar una ciclovía emergente.

Hoy en día, cada vez más ciudades y estados se suman a la construcción de infraestructura ciclista, ya sea creando nuevas ciclopistas o expandiendo las ya existentes a lo largo y ancho de sus demarcaciones. Algunas de ellas son de implementación rápida e incluso temporal, pero con la posibilidad de convertirse en una opción permanente si así se solicita.

En este artículo te vamos a hablar un poco más sobre esto último. Así que prepara tus luces, casco y bicicleta para este recorrido virtual.

Una ciclovía emergente representa una excelente opción para la movilidad no motorizada.

Ciclovía emergente: ¿qué es?

Una ciclovía emergente es una intervención de rápida implementación, de bajo costo y alto impacto. Consiste en la reasignación del espacio de la calzada para otorgar un carril de circulación a la bicicleta.

Inicialmente, pueden crearse (delimitarse) mediante el uso de materiales de confinamiento fáciles de colocar y retirar. Estos pueden ser: dovelas, trafitambos o confinadores plásticos. La finalidad es que separen el carril destinado a los ciclistas del de los automovilistas y el transporte público.

Diseño, implementación y operación

Antes de colocar la ciclovía emergente, primero deben tomarse en cuenta ciertos factores para el análisis de su viabilidad, dependiendo la dinámica de la zona.

Es decir, se requiere considerar la operación del transporte público y los posibles conflictos a lo largo del tramo con otras actividades. Por ello, es necesario identificar si existen puntos de conexión con centros de trabajo, hospitales, mercados, áreas de abastecimiento, escuelas, etc.

Los materiales que se utilicen para la delimitación de la ciclopista deben colocarse en lugares específicos a lo largo de la misma. Esto es, al inicio y al final de segmento de carril de accesos, al igual que se debe interrumpir su colocación un metro antes y después de una rampa de cochera.

Para la seguridad de los usuarios, se precisa colocar señalamiento vertical que indique el inicio y fin del tramo completo. El carril también debe ser delimitado con pintura de tránsito. Todo esto ayudará a que los autos no invadan dicho espacio.

Por último, antes y después de implementada, es necesario monitorear el número y cambio porcentual de las personas que hicieron uso de la ciclovía. Estos datos ayudarán al análisis para saber si es factible o no colocarla de manera permanente.

Las ciclovías deben estar delimitadas y separadas como un carril exclusivo.

De ciclovía emergente a ruta permanente

Conforme a los resultados que arrojen las estadísticas, existe la posibilidad de que una ciclovía emergente se transforme en una permanente. Esto es posible si se demuestra que el número de ciclistas aumenta gracias a la seguridad y conexión que les otorga el espacio exclusivo.

Por ejemplo, durante el mes de junio de 2020, en la Ciudad de México se instalaron 67 km de ciclovías emergentes. En un solo día se registraron más de 25 mil viajes con un aumento del 252% de ciclistas en la hora de máxima demanda.

En ese mismo año, pero durante julio, el estado de León implementó una de sus primeras ciclopistas de este tipo. Se contabilizaron 2,219 viajes diarios y un aumento del 126% de ciclistas en diversos puntos.

Con datos como estos, y también mediante la solicitud de asociaciones civiles y ciclistas, es posible que estas vías pasen a su transición permanente.

La ciclopista puede convertirse en una opción permanente si se demuestra su utilidad.
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